En el pasado mes de Julio apareció publicado en la revista Jot Down un artículo muy interesante firmado por Pablo Artal, físico de reconocida trayectoria y catedrático de Optica de la Universidad de Murcia. En dicho artículo titulado Piratas en la ciencia, cuya lectura me permito aconsejar (https://www. jotdown.es/2018/07/piratas-en-la-ciencia/) expone su preocupación por lo que considera un nuevo peligro para la ciencia que viene de la mano del cambio que está experimentando el sistema de publicaciones científicas. Para resumir muy brevemente el problema, el sistema de publicación en abierto (open access) permite el acceso libre a los artículos sin tener que pagar por ello pero son los autores a través de sus proyectos o instituciones los que deben hacerse cargo del pago de los costes de edición. Esto está generando una situación proclive a la aparición de revistas más interesadas en lo que cobran por publicar que en mantener el rigor exigible a cualquier publicación científica. Los investigadores sufren una alta presión para publicar debido a que los sistemas que evalúan su actividad, tanto a escala nacional como internacional, priman este punto frente a otros. Esto se combina peligrosamente con el creciente negocio de las nuevas revistas en abierto. En medio de este proceso el punto débil acaba siendo el rigor en la revisión por pares que es esencial ya que, a día de hoy, es la única garantía que la sociedad tiene sobre la veracidad de los resultados cien- tíficos que se publican. Por utilizar las palabras de Pablo Artal en su artículo: ” Y en esta época de charlatanes y pseudociencia es muy sencillo publicar cualquier cosa en estas revistas, por falsa o ridícula que sea.” La publicación en abierto es la tendencia deseable y en mi opinión hay que trabajar en esa línea, pero no debemos avanzar sin ir resolviendo los nuevos problemas que surgen. Debemos garantizar que la sociedad, que ya ha contribuido a financiar la investigación científica, acceda libremente a los resultados, pero es fundamental que podamos garantizar que la información a la que accede sea rigurosamente científica.

En el caso de nuestra revista procede recordar que este problema no ha surgido porque no se cobran los gastos de edición a los autores. La revista, de la que son propietarios los socios de la Sociedad Española de Cerámica y Vidrio (SECV), es financiada enteramente por la SECV con las cuotas de sus socios y algunos ingresos propios generados en diferentes actividades. Esta posición es envidiable a la hora de garantizar nuestra independencia para exigir el rigor necesario y buscar la excelencia en los trabajos que publicamos. Sin embargo es justo reconocer que la viabilidad económica del Boletín así como las posibilidades de crecimiento de la revista supone un reto para la SECV. Quiero aprovechar estas líneas para pedir a todos los socios que participen del debate, que nos envíen a los miembros de la Junta o a los representantes de sus secciones las ideas que crean oportunas, y sobre todo que participen en las asambleas que están por venir, en las que deberemos avanzar con nuestra revista hacia el futuro.

Al cierre de este número, está a punto de comenzar nuestro Congreso en Barcelona, el V Congreso Hispano-Luso de Cerámica y Vidrio y LVI Congreso Nacional de la SECV. Aunque a la publicación de este número ya se habrá celebrado el congreso y por tanto se dispondrá de toda la información, no me resisto a mencionar que la acogida ha sido extraordinaria, contaremos con más de 250 participantes y puede anticiparse sin temor a errar que el éxito está garantizado. El carácter bienal que adoptó nuestro congreso a partir del celebrado en Sevilla en 2016 parece haber sido bien aceptado por nuestra comunidad, que no es solo profesional sino también de compañeros y amigos.